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Registros de una economía perdurable: la gulupa

Edilberto Avendaño y Flor Imelda Páez han hecho de la gulupa un negocio familiar desde el 2021. Con siete ayudantes en los doce terrenos de los cuales son propietarios, la familia Avendaño Páez exporta la cosecha que esté en mejor estado, pues no toda es aceptable.


Cosecha de gulupa a izquierda y derecha; tierra de campo a profundidad.


Flor Imelda Páez y el fruto de su cosecha.


La cosecha de los doce terrenos, todos cubiertos con plástico en la parte superior.


Edilberto Avendaño preparando los costales en los cuales serán exportadas las gulupas.


La motocicleta en la cual Edilberto Avendaño se dirige al pueblo, pues la finca que habitan queda un poco lejos de allí.


De esta tierra surgen las gulupas.


A la izquierda la ruana de Flor Imelda Páez, a la derecha la de Edilberto Avendaño. Necesarias para el frio característico de esta región colombiana.


Así tiene que estar la gulupa para ser exportada: totalmente verde, sin fisuras y en el tamaño óptimo para su consumo.


Las flores moradas adornan los terrenos de la familia Avendaño Páez, en frente de la cosecha.


Esta es la cosecha de las gulupas, en Colombia el kilo de esta fruta cuesta aproximadamente 1.500 pesos, mientras que en Europa 6.000 COP.


Edilberto Avendaño empacando la gulupa en los costales para ser exportada.


A veces en bolsas, otras en baldes. Solo algunas, las que tengan color verde sin fisuras, podrán ser exportadas.

Esta no puede ser exportada; tiene fisuras y un color que no corresponde al óptimo para su consumo.


Una pequeña corriente de agua separa dos terrenos de cosecha; ambos de gulupa.


Las botas de Edilberto Avendaño, necesarias para este tipo de terrenos que se convierten en lodo tras la lluvia.

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